Biografia
Mi nombre es Kevin Yair Aparicio Plata, Nací el 31 de Diciembre de el año 2000 en Bucaramanga/ Santander, Mi padre se llama Yoany Aparicio y mi madre Andrea Plata, ahora vivo con mis abuelos.
Cuento
EL BARBERO
En un pueblo viejo de Alemania vivía un barbero llamado Andrés, era el único en su labor, el único barbero. Afeitaba a todos los hombres del pueblo incluyendo a el. Andrés empezó a deteriorarse; sus manos se debilitaban y no podía afeitar tanto como lo hacía antes, el gobernante del pueblo al ver esto ordeno la ley 96 que dice: todo hombre que se pueda afeitar a sí mismo lo hará, los que no irán al barbero.
A Andrés le pareció muy buena idea esta ley, así descansaría más y afeitaria menos personas. A la mañana siguiente encontró un gran dilema: El sabe afeitarse, por lo tanto no tiene que ir al barbero, pero el es el barbero y si el se afeita estaría diciendo que no se puede afeitar, y los que no se saben afeitar tienen que ir al barbero pero el es el barbero.
Todas las mañanas al levantarse el hombre solo pensaba en aquella cosa, ese gran dilema que no salia de su cabeza, cada vez se deterioraba más hasta el punto de enloquecer, su barba crecía de forma exagerada. La gente dejaba de ir a la barbería por temor a el.
El hombre por la impotencia de no poder afeitarse ni afeitar a los demás, cerro la barbería, le puso seguro a las ventanas y a la puerta y se dirigió al baño, se sentó en el inodoro y empezó a desgarrar con una cuchilla lentamente su piel, lleno la bañera con espuma de afeitar para después meterse en ella, tomo dos o tres pastillas para el dolor y con otra cuchilla empezó a cortarse las venas, haciendo que exageradamente se desangrara hasta el punto de morir.
Todas las mañanas al levantarse el hombre solo pensaba en aquella cosa, ese gran dilema que no salia de su cabeza, cada vez se deterioraba más hasta el punto de enloquecer, su barba crecía de forma exagerada. La gente dejaba de ir a la barbería por temor a el.
El hombre por la impotencia de no poder afeitarse ni afeitar a los demás, cerro la barbería, le puso seguro a las ventanas y a la puerta y se dirigió al baño, se sentó en el inodoro y empezó a desgarrar con una cuchilla lentamente su piel, lleno la bañera con espuma de afeitar para después meterse en ella, tomo dos o tres pastillas para el dolor y con otra cuchilla empezó a cortarse las venas, haciendo que exageradamente se desangrara hasta el punto de morir.
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